martes, 4 de octubre de 2011

Tenía la frialdad y la belleza del primer copo de nieve que cae sobre el asfalto.


"- He conocido ángeles. Ángeles. He tenido esa mala suerte. Algunos de ellos han descendido livianamente a este plano de la realidad, en cómodos lechos, con ejemplares familias. Otros, sin embargo, en su caída se han desplumado contra el asfalto. Poco quedó de su divinidad, salvo algún rasgo aquí, un pequeño detalle allá. Y el que menos, un mero destello de genialidad entre un mar de gilipollez. Algunos eran ciertamente inteligentes, pero ese velo de falsa superioridad propició actitudes negligentes. Dejadez. Desidia. Adicción. Inteligencia fracasada. Un hastío frente a una realidad que les fue impuesta. En realidad, todo falla en su base. Son hijos que en ausencia de un padre machacado por el trabajo, fueron criados por la madre, y en su busca de tener para sí una mujer igual vuelven escaldados. Son hijas cuyo padre quería tener al quaterback del equipo, y resulta que su primogénito tiene coño. Hijas que buscan el cariño del padre lejos, y que renegarán del que se lo de. Por comparativa. “No quiero que me quieras tú pareciéndote a él, quiero que él me quiera a mi como tú lo haces”. No puedes luchar contra ello. Hijas que niegan cada cosa buena que tienen en comparativa con hermanas o hermanos mayores. Fallo, error, qué he hecho mal, yo nada, entonces todos. Todos tenéis la culpa. Hijos e hijas criadas de la bondad, del orgullo, de la vanidad. Algunos tenían montañas de cultura en casa. Otros tuvieron que hacerse a si mismos mirando en un espejo que no refleja. Unos quedan al borde del abismo, asustados. Otros caen, tropiezan, toman sus decisiones como erróneas, temen, temen que todo se repita, niegan. Cobardía. Los que menos, saltan de cabeza. Viven, al fin y al cabo. Ya no se sabe quién prueba la amargura de la victoria ni las mieles de la derrota. Todos, en mayor o menos medida, tienen el estigma de lo erróneo. Y todo está cortado por el mismo patrón. Paseando por una calle peatonal del centro, he visto como una pareja, gordos, negaban limosna a un pobre mientras se deleitaban con una mariscada. El pobre no sirve ya para nada. Como fondo fotográfico para un artista de baratillo.

- Interesante.

- ¿Sabes lo que siempre he querido hacer? Sentarme en el interior de una cafetería, de noche, enfrente de un grupo de jóvenes guapas. Y, sin que nadie se entere, sacar la polla por debajo de la mesa y meneármela mirando hacia ellas.

- Me suena a palabras que ya he leído antes. ¿Nunca pensaste en escribir algo? No sé, es muy visual eso que cuentas, deberías probar.

- Si, debería…"


Tom Grass. Últimos paseos en la ciudad del viento -Visiones y recortes de delirio y carne- Ed. White Sparrow 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario