jueves, 21 de julio de 2011

Se (busca/necesita/ha muerto) (una/otra) mujer...


“- ¿Te vienes a un pequeño viajecito conmigo?

- Vale, ¿por qué no?

Mr. T sacó su cartera, y del interior la clásica bolsa con un polvo blanco. Vertió un poco sobre la mesa y lo separó en dos rayas. Me dijo que no me preocupase, que era muy suave. Se metió una y me dejó la más generosa. Así era Mr. T. Hacía escasos meses que había salido de rehabilitación, y ya volvía a las andadas. Un poli toxicómano bandera. Incluso el sobrenombre venía sobre eso, pero no recuerdo ahora por qué. Al cabo de un rato noté como mi cabeza comenzaba a dar vueltas, y todo parecía ir sustancialmente más lento.

- ¿Que era eso?

- Ketamina, tío…

No lo volví a ver en unos meses, me hacía sentir incómodo. No tenía ganas de cubrirle las espaldas. Decía a todo el mundo que no había vuelto a caer, pero me comentaron hace unas semanas que lo vieron con una maleta llena de pastillas. La cabra tira al monte.” Abriendo una página al azar nos encontramos con estas palabras. Sin embargo, en unas páginas posteriores podemos leer: “Hubo un instante en el que esos ojos castaños se posaron en los míos. Por un momento mi corazón dejó de latir, de tal manera que cualquier médico en ese mismo segundo me habría declarado muerto.”

Cualquiera podría pensar que se trata de dos historias completamente distintas. Incluso cabría la posibilidad de que fueran escritas por dos autores diferentes. Pero no. Todo esto domina el mundo propio de Tom Grass: Amor, sexo, desamor, drogas, salidas nocturnas, la locura del día a día, situaciones extrañas, momentos intimistas, desgarradores, humorísticos, todo narrado con una voz en la que lo vitriólico y lo cristalino son una constante. A través de un espejo marchito es su primera novela, tras un compendio de textos e historias cortas, recogidos en Dielatos, Reliario y Otros Dielatos. De estas cosas y otras más hablamos con él en esta entrevista.

El punto de encuentro es una cervecería colindante a la zona vieja de la ciudad. Hace un día bastante nublado para ser mediados de verano, pero apacible. En el interior de la misma está él sentado. Lleva unos pantalones vaqueros rotos, y bajo el dobladillo de la pernera aparecen unas botas altas. Camisa roja y chaqueta de cuero marrón. Lleva una barba arreglada, de una semana me atrevería a decir, pero la maraña de pelo sigue ahí, quizás un poco más corta. Está leyendo un libro, lleva unas gafas de leer. Sobre la mesa tiene una cerveza, una cajetilla de tabaco, un zippo y unas gafas de sol. En cuanto me acerco guarda el libro y se quita las gafas. Le saludo, y me devuelve el saludo sonriente. Me pregunta si quiero algo de beber, y antes de que pueda responder ya se levanta hacia la barra a pedir. En cuanto vuelve me dice que cuando quiera que comience. Se sienta frente a mí y me acerca una cerveza. Saco la grabadora, compruebo que la cinta está colocada correctamente y acciono el botón rec. Tom Grass visto por Tom Grass.

Pregunta - Ante todo, gracias por la entrevista, Mr. Grass.

Respuesta - ¿Mr.? Llámame Tom, aunque sé que aparento más edad (Sonríe)

P.- Dielatos, Reliario, Otros Dielatos…y ahora A través de un espejo marchito. ¿Existe alguna razón detrás del título?

R.- Es sencillo, los primeros son compendios de historias cortas, mientras que este es ya una novela.

P.- Si, pero las historias que cuenta en los primeros libros contienen también tintes autobiográficos.

R.- Cierto, pero eran fragmentos cortos, a veces inconexos, por eso los títulos son también cortos.

P.- ¿De ahí el juego de palabras?

R.- El juego de palabras, si, viene dado a que son cosas que me ocurren y otras que se me ocurren. Relato y Diario son los medios en los que normalmente se narran estas historias, así que lo natural me pareció unificarlo en el título. El hecho de no haber sido instruido de ninguna manera en la escritura hace que me permita esas licencias, esas combinaciones más matemáticas casi que de significado. Esto es, otra excusa para hacerlo como me dé la gana y librarme de críticas (Risas). De esta manera escribo sin que nada me coarte.

P.- Se diría que es partidario del aprendizaje autodidacta.

R.- A medias. Creo que en algunos casos es necesario una cierta base, unos conocimientos previos, pero el principal problema es que de las academias la gente sale encorsetada. Por otra parte los parámetros adquiridos por cuenta propia pueden no ser los mejores. Existe un termino medio, pero para llegar a él tienes que hacer muchas cagadas (Sonríe).

P.- ¿Tiene algún método de trabajo?

R.- No sé. Pienso, escribo, bebo, no necesariamente por ese orden (Risas).

P.- ¿Y la respuesta verdadera?

R.- Si, más o menos. En muchos casos, dando un paseo, se me ocurre alguna idea. Normalmente es una frase importante, otra es una imagen vívida, que me parece interesante relatar. Luego voy dándole forma, pero casi siempre teniendo en cuenta la conclusión. Voy estructurando las partes según me voy acordando, a veces con bastante esfuerzo. Es importante para mí el final. En algunos casos, por ejemplo, estoy narrando lo que me ocurrió en una semana y pongo de final el fragmento de un sueño. Puede que tuviese ese sueño el martes y la historia en realidad acaba en sábado, pero esa parte del sueño me parecía un buen final.

P.- Como el final de la piscina, en uno de los relatos.

R.- Exacto, ese es uno de los casos. Otros escribo directamente lo que ha pasado esa misma noche. Llego a casa a las cuatro de la madruga y me pongo a teclear. Algunas veces ni siquiera lo corrijo al día siguiente. Es más veraz. Etílicamente hablando (Risas).

P.- ¿Cree que alguna persona se preguntará el significado con respecto a sus anteriores escrituras en referencia al título?

R.- Bueno, puede ser, pero me puedo permitirme algunos lujos. Al igual que puedo conformar nuevas palabras, puedo escribir nuevas entradas en el diccionario. Si podemos hacerlo un día por la noche, ¿por qué no hacerlo siempre? Al fin y al cabo el significado está enraizado en el uso, ¿por qué no dedicarle una nueva entrada a cada significado nuevo? Por ejemplo:

Misantropía: (2ª entrada) Dícese de la persona que abogando al primer significado lo utiliza como escudo para tratar mal a la gente, principalmente del mismo género, por falta de abrazos, o simplemente para tener una excusa para tener cara de palo.

Filosofía: (2ª Entrada) Disciplina del conocimiento humano vilipendiada en blogs acercándola a la mera reflexión de problemas pseudo existencialistas de quinceañeros

Cualquier nueva entrada encajará en el esquema, y servirá para otras posteriores. Es sencillo. Cualquier tipo de conversación a altas horas de la madrugada sirve de ejemplo. Y nutriría al diccionario de nuevas entradas ¿por qué no?

P.- Haciéndonos eco de la afirmación de paseos, etc. ¿Qué le gusta hacer a Tom Grass? ¿Qué le inspira?

R.- En días como hoy, que fueron el mejor verano que he pasado en vida, me gusta pasear solitario por las calles nocturnas. Cerca de mi casa está el puerto, y es un placer que la ciudad de la lluvia haga eco de su nombre, sin llamar al padre viento.

P.- Le gustan los paseos.

R.- Sí, sobre todo nocturnos. Llegado a cierto punto me pierdo por esta ciudad, en una zona cercana al puerto, y observo a los gatos. Hay uno parduzco al que le falta un ojo al cual miro, y normalmente nos intercambiamos miradas. Otras veces es un gato blanco, con manchas negras, y ambos nos examinamos el uno al otro. Él se pierde entre los matorrales, y yo pienso en el hecho de ahogarme en el puerto, siendo la luna el único testigo. Ambos nos miramos, y nos damos nuestra aprobación.

P.- Entonces no se quejará del tiempo…

R.- No, sin duda es del que más disfruto. La lluvia ejerce un efecto casi catarquico, sobre todo en estos momentos. Adoro cuando la ciudad de la lluvia rinde honor a su nombre, sin tener en cuenta al viento. Me encanta callejear con la brizna marina abrazándome. En esas situaciones que parecen extrañas, yo me muestro tranquilo. El rocío baña mi cara, y siento que no tengo que darle explicaciones a nadie.

P.- Cuesta creer a alguien que se asocia tanto a lo terrenal haciendo tales afirmaciones, ¿tiene algo que ocultar?

R.- No, que yo sepa.

P.- ¿Alguna compañera de cama que no quiere leer cosas sobre usted?

R.- Sólo le diré que Soledad es una compañera de cama muy insistente…

P.- ¿Hay algún término que nos resuma lo que es Tom Grass? Siempre ha buscado algún tipo de término medio como respuesta, o eso ha dado a interpretar en sus textos.

R.- Si. Aun por extremista que pueda parecer, intento mostrar un mensaje de equilibrio. Esa es la información que pretendo transmitir. Siento que en el término medio está todo lo virtuoso, y si algo pretendo que se saque de mis textos, es eso. Por eso trato todos los hechos bajo la misma perspectiva. Cualquier tipo de enseñanza a mayores podría engañar al lector.

P.- No se muestra como moralista.

R.- No, ni mucho menos. Todo lo que relato está relacionado con hechos, y así pretendo que siga. La manera de narrarlo también tiene mucho que ver, ya que cuento todo con la misma igualdad. No creo ni en el bien ni en el mal. He visto hacer a personas buenas cosas que me harían enrojecer, y al contrario también. ¿Existe algún sesgo? Lo único válido son los hechos. Los hechos tienen valided universal, ya que son interpretables una vez han ocurrido. El resto, es todo paja…

P.- ¿Algún tipo de lección?

R.- Si me permite, si, en el término medio está la verdad, lo virtuoso.

P.- Pero usted no se esfuerza en demostrarlo.

R.- Ya, pero yo digo: si no sé cuales son los extremos, ¿cómo podré saber cual es el término medio? ¿Cómo alcanzar la virtud?

P.- Aun por muy hedonista que pueda parecer, ¿cómo afirmarlo?

R.- Es fácil, si no sé cuales son los extremos, ¿cómo podré calcular el término medio? Sabiendo que en lo mediado está lo equilibrado, ya es suficiente afirmación. Pero para ello necesito ver cuales son los extremos, y para ello necesito llevarlo todo al punto extremista. El problema es que en esos momentos, a algunos nos tildarán de locos cuando nos choquemos con la última frontera, con el último muro de hormigón que delimita la realidad, y otros nos creerán genios. Es una cuestión de perspectiva, si, pero también tiene su punto de introspección.

P.- Vamos, que Aristóteles se estará revolviendo en su tumba…

R.- En resumidas cuentas, sí...(Risas) Otra excusa más (Risas).

P.- Se diría de usted que es un hombre leído, ¿Qué le acompaña en su mesilla de noche?

R.- No sé, ¿una Becks?

P.- ¿Un Becks? Que es, ¿quizá un poeta?

R.- No, no…(Sonríe)

(N d T: Juego de palabras intraducible del inglés, debido al género. Mientras que el entrevistado hace referencia a la reconocida marca de cerveza, el entrevistador se pregunta por un poeta, un escritor.)

P.- ¿Por qué escribe Tom Grass? ¿Existe alguna razón?

R.- Pues depende. Algunas profesoras dijeron que se me daba bien. En algunos casos escribo porque me gusta releer algunas partes de mi vida. En otros casos porqué sé que puedo ser leído.

P.- ¿Tiene algo que ver con sus personajes?

R.- No, no hay personajes. Alguno dirá que tengo una gran inventiva, pero sería mentira. No podría inventar mitad de los personajes que pueblan mis historias (Risas).

P.- ¿Cuánto de Tom Grass hay en Tom Grass?

R.- Te podría decir que un 98% es completamente cierto.

P.- ¿Tanto la parte débil como la casi mecánica? ¿Qué hay del tipo duro?

R.- Si de mis textos tú extraes que soy un tipo duro, será verdad. Si crees que soy frío, pues también. Si hay sentimientos, es posible. Lo único que te puedo decir es que la mayoría de cosas que escribo, aunque parezcan mentira, son cierta.

En este momento la cinta magnetofónica empieza a dar vueltas. El material mecánico decide que es hora de terminar. Pido disculpas al entrevistado, y él me responde tranquilo que no pasa nada. Mientras pienso como transcribir la entrevista, él me dice que, probablemente, mientras la transcriba, él estará bebiendo. Sin preocupaciones, pero con todas las preocupaciones por delante. Se levanta, paga la cuenta, y me trata como si me conociese de toda la vida. Lo único que me pide es poder ponerle título a esta entrevista. Dice que si tiene que tener control sobre algo, que sea de esto. Accedo. Mientras nos despedimos, bromea conmigo, sobre la coincidencia de nuestro nombre. Cualquiera podría pensar que fuese una treta de cualquier autor para obtener patrocinio. Pero no de este. Espero poder encontrarme con él de nuevo, y si no, su palabra escrita me relatará sus vivencias. Hasta el día que se muera.

Tom Grass.

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