sábado, 25 de diciembre de 2010

Hermosa máscara de lo efímero


Tom Grass. Autorretrato 1975

''Era como un perro. Era como pasear a un perro. No era apenas consciente. Balbuceaba, se bababa, necesitaba ser controlado. Había sido echado a patadas de aquel local en el que estabamos, a altas horas de la madrugada. Simplemente perros no. Nadie más conocía a aquel perro, y mucho menos querría llevarlo a sitio seguro. Caminabamos por la empinada cuesta que lleva a su casa. Yo lo guiaba, haciendo caso omiso a unos razonamientos que enloquecerían a menos que se escuchen cuatro frases supuestamente coherentes. ''Vamos por esta calle'' había oido, y tuve que agarrarlo, a partir de aquel momento, durante todo el camino, ''No, chico, espera, no cruces, ¿no ves que vienen coches? Yo te cuido''. Yo te cuido. Eso había dicho en mi promesa tras vasos vacíos. Más le valía al cabrón. Otro lo habría dejado tirado ya a más de mitad de camino. Sorteabamos calles, omitíamos caras, niñas que preguntaban, señoras que paseaban. Demonios, ya había amanecido. Viernes? Era Viernes? Presumiblemente. Lo dejé en su portal y me volví a mi casa.

Procuré dormir. Craso error. Abrazos de pesadilla me vinieron a arropar, como cada vez que era capaz de conciliar el sueño. Cuando no me pasaba dos putos días sin dormir, mi subconsciente me hacía dar unos viajes que si no era capaz de controlar sabía que acabarían con mi ya per se enajenada estabilidad mental. Aquella vez no estuvo tan mal, pero me vi a mi mismo besando unos labios fríos de los que apenas podía recordar el sabor, pero aún así sabía que pertenecían a Desperté. Desperté, apenas podía recordar. No entraba luz por la contraventana. Miré el reloj. Las nueve y media. Noche y Ciudad me reclamaban otra vez. Una vez en el baño, me vi en el espejo. Algunos dientes habían perdido parte de su esmaltado. Culpable: vino barato. Hacía que los tres órganos más preciados empezaran a resentirse. Cerebro, hígado, polla. Necesarios para la supervivencia. Me agarré al costado, intentando dar explicación a cierto pinchazo que provenía de una zona cercana al riñón derecho. Fracaso. Terminada la ducha, me fui.

Rose me esperaba en un local de aspecto retro en el que por lo visto habíamos estado días atrás. Ella me hacía el mismo caso que yo le hacía a una botella ya terminada. No fue lo mismo aquella noche. Había unos amigos suyos, pero ni rastro del violinista en el tejado. Se me acercó a pedirme un cigarrillo, que yo le di a cambio de otra anécdota vácua que me había prometido no volver a contar, de la misma manera que me prometí que no haría lo que aquella noche volvió a pasar.

- Cuanto tiempo seré capaz de mantener tu atención?

- Supongo que hasta que termine este cigarrillo.

- Le quedan dos caladas, más vale que me esfuerce...

Me besó, aprovechando que estabamos en la barra y nadie nos veía. Fue un beso corto, y entonces se fue. Me giré y agarré mi botella. Mientras apagaba el cigarro en el cenicero, y le daba un trago a la cerveza, noté como me abrazaba por detrás. '' Vaya, aún no se había apagado del todo''. No la miré, y entonces se fue. Al terminar otra copa, pedí otra y salí. Una vez fuera, vi como salía de entre un grupo de amigos suyos, y como agarraba mi mano y me llevaba cerca de la playa. Apoyé la botella en la baranda del paseo, y allí nos quedamos. Yo hablaba, ella escuchaba. Yo decía, ella parecía no comprender. No me extrañaba. Tampoco lo pretendía. Al terminar el trago que le había dado, y tras una frase que apenas recuerdo, me volvió a besar. Esta vez era un beso largo, me abrazaba, tocaba mi pelo. Me apreté contra ella, la abracé yo también. La besé en la frente. Ella me besaba, y yo sólo saboreaba amargura. Una vez acabó, se dió la vuelta, sin decir palabra, y entonces se fue.

Me quedé mirando la playa un rato, encendí el último cigarrillo, apuré el último trago, y entonces, me fui.''

Tom Grass. Reliario 1983 Ed. White Sparrow

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