"Dos días después toca hacer la maleta de nuevo. No Flag Mike estaba de cumpleaños, y me habían invitado a una fiesta sorpresa en casa de su novia. El primer y único bus a la Ciudad del Viento salía a las 9:15 de la mañana. La bruma cubría ya temprana los montes. Como la nieve, se posaba en los tejados. Amanecía, y sólo al sol sentía uno vida, a la sombra la helada de aferraba a los huesos, el fantasma de promesas pasadas. Antes de subir al bus, el vaho se mezclaba con el humo del tabaco. Luego el bus serpenteó entre bosques, donde esa muerte blanca aún se extendía.
El verdor costero no tardó en hacer aparición. Hice por dormir un rato, pero el traqueteo del bus no ayudaba mucho. Era una puta carraca. Llegamos ya a la estación, y la luz del sol se vuelve cegadora. Cargo con la maleta hasta la parada del urbano más cercano y unos diez minutos estoy en el piso de nuevo. La habitación estaba tal y como la había dejado, hecha una desgracia. El intersticio hacía que el agua de la lluvia formara un pequeño charco bajo la ventana. Otro sumidero más.
Las horas, aunque pesarosas, pasan volando, y el sol desaparece otra vez, dejado un halo anaranjado sobre los tejados de los edificios colindantes. Aún no sabía exactamente como llegar al piso de la fiesta, pero Dark Cat quedó conmigo y entre los dos lo figuraríamos. Antes tendríamos que comprar algo para la decoración. La temática de la fiesta radicaba en disfrazarse de algo que empezase con la letra P. Perfecto, dábamos el perfil de pordioseros, eso que nos ahorrábamos. Llegamos al piso a eso de las 20:30, y las chicas nos dan la bienvenida. Mi piso a su lado era un palacio. En las habitaciones, las camas se ahogaban sepultadas por montañas de ropa usada. La cadena del retrete había sido sustituida por un alambre. Para poder servirte agua en la cocina antes tenías que separar montañas de platos en los que se adivinaba aún lo que sirvieron en otro tiempo. Las ventanas daban al interior de lóbregos patios de manzana. Ya podían pagar poco.
Me entretengo jugando con un gato que tienen. El animal había sido rescatado por una asociación tras haber pasado la vida en la calle. Tenía los ojos podridos cuando lo encontraron, y se los tuvieron que sacar. Ahora vagaba ciego por la estancia. Se manejaba sin muchos problemas, pero la cantidad de gente que había lo hacía caminar nervioso. A la hora llega Mike, y hacemos la sorpresa de rigor, luces apagadas, velas, sonrisas, bebida, aperitivos rancios, el paquete clásico. Luego salir, y juguetear con cualquier tontería. Me alegraba por Mike, pero esa noche no iba a pasar a la historia, ni mucho menos. Le invito a él y a Cat a un par de chupitos, y al rato me marcho para casa.
El miércoles a la noche Laura me manda un mensaje y me dice que vuelve el jueves. Laura es una joven de 21 años, que venía emigrada de Suiza desde hace unos 7 años. La conocí hace un mes y medio, era amiga de la novia de Dark Cat, y me acosté con ella a las tres semanas. Tenía los ojos azules de un color intento, pero su melena roja poco tenía de verdad. Solía vestir de negro, con chaquetas de cuero, pantalones y medias rotos, cuando no faldas con volantes y corsé. Tenía unas tetas breves y muy buen cuerpo. Su mentalidad no era gran cosa, pero me divertía. Tenía que llevarle un gorro que se había olvidado en mi casa la última vez que había pasado por aquí. Ahora mismo estaba de vuelta de un concierto, y había vuelto con una amiga al hotel donde se hospedaba en el autobús del grupo que había ido a ver: el clásico grupo pseudo metalero con un hit de radio-fórmula que había encandilado a muchos jóvenes hacía años. Sobra decir que ese grupo me parecía vomitivo. Me dice que el batería quedó con ella y su amiga en la habitación, y yo ya me huelo el desenlace.
Jueves, voy a recoger a Laura a la estación. Me dice que llega tarde, pero le digo que no es problema, todo sea porque acabe en cama otra vez. La veo aparecer entre los buses, pero no le hago caso hasta que está a unos tres metros de mí. Le doy el gorro, que había aparecido entre la cama y la pared de mi habitación tras una hora de búsqueda. Por lo visto había sido una noche larga. Vamos a tomar algo en un bar cercano, ella se vuelve ir a su casa en una hora. Bueno, hoy no. Hacemos bromas ligeras mientras ella me cuenta el concierto. No le hago mucho caso. Cuando le pregunto que tal la noche, no me da muchos detalles. Mis especulaciones van por buen camino. Le pregunto si va a salir algún día de estos, y me dice que no, pero que espera verme en fin de año. Le digo que en fin de año no voy a estar y se apena un poco, cosa que se le pasa cuando la beso para despedirnos. Esa misma noche me pillo una buena borrachera, y cuando llego a casa le mando un mensaje para quedar al día, y a poder ser noche, siguiente.
Me despierto gracias a la luz que se cuela entre las rendijas de la ventana. Estoy machacado, el colchón en el que duermo es incómodo, y por mucho que duerma no descanso. Con un ligero dolor de cabeza enciendo el ordenador mientras repaso la noche anterior mentalmente. Nada reseñable. En la red social de turno, veo un mensaje y un comentario. Dark Cat me dice de quedar para ir a coger las entradas de un concierto al que iremos en Febrero en Ciudad Condal. El mensaje es de Laura, dice que vendrá por aquí, pero que queda con la novia de Dark Cat y que muy probablemente no salga. Me ducho y salgo a la calle con el tiempo justo.
Camino mientras me aparto el pelo mojado de la cara, hace algo de frío. La gente pasea, hace sus cosas, ríe, cree que vive. Un pobre nauseabundo bebe de un cartón de vino arropado por unas mantas en el escaparate de un comercio cerrado tras liquidación. Carraspea y se quita las manchas de la barba y su nariz bulbosa. Una niña pequeña con unas medias de fresa y chupete rosa juguetea con unas colillas del suelo mientras su madre habla por teléfono. Un semáforo se pone en verde. Cruzo y llego a la tienda. Allí me esperan Dark Cat el resto de la tropa. Compramos las entradas y vamos a mi casa a reservar los billetes de avión. Mientras el grupo va subiendo las escaleras despacio, me doy prisa para acicalar un poco la habitación. Al rato ya teníamos los billetes encargados. Había anochecido ligeramente. Salimos a la calle, y vamos a celebrar la hazaña con una cerveza, era la noche antes de la gran noche y no los volvería a ver hasta la semana que viene.
De camino al Lucky Rock nos encontramos con Laura etc. y decidimos ir todos juntos. Subimos a la parte superior del local, ellas se sientan en una mesa y nosotros en otra. Estamos en la misma mesa desde la cual escupí mi bebida a la parte inferior una noche tras una discusión. El colega con el que había discutido se sienta en el mismo sitio, y cuando nos damos cuenta ambos soltamos una carcajada. Esa broma bien me habría costado una paliza, pero el mismo camarero que subió con el puño cerrado, al verme, se cortó. Me habría machacado de ser otro, pero tener el mismo equipo de fútbol favorito en un local de casi radicales me había salvado. Sonrió, incluso. Mientras ellas cacarean, nosotros contamos anécdotas, y alguno se va despidiendo ya, guardando fuerzas para la última noche del año. Acabo la cerveza y voy a barra a por otra.
Al volver arriba, Laura ocupa la silla que está a mi lado. La novia de Dark Cat está hablando con él de vete tú a saber que te quieros. Me siento y Laura apoya su cabeza en mi hombro. El collar que lleva se me clava un poco, pero no es mayor molestia. Le paso la mano por la cara y sonríe. No acabo de estar del todo cómodo con la situación, así que salgo a fuera a fumar un cigarrillo. A la vuelta, me cruzo con Laura.
-¿Cómo no m dijiste que bajabas a fumar un cigarrillo? Habría bajado contigo.
-Lo siento, nena, ni me di cuenta.
Le paso la mano por la cintura, y la beso. Es un beso corto primero, seguido de otro más largo. Cuando intenta volver a besarme, me aparto un poco. Cuando la voy a besar, sonríe. Ella sale y me encuentro en la barra a Wallace, un chaval al que hacía ya tiempo que no veía. Era el menor de cuatro hermanas, y la perfecta definición de oveja negra. Hijo de familia pudiente, era el único que renegaba de ello, y ya a temprana edad había probado de casi todo. Tenía un don para la música, y justo comentaba con él sobre una guitarra que le iba a comprar. Le pregunto que tal le va, y me dice que bien, con su característico tono sarcástico, y luego suelta una sonrisilla traviesa. “A ver si se puede amañar algo de speed”. Ambos reímos, me cae bien. Me parece una buena oferta, y le digo que si eso después nos veríamos. No me gustaba mucho el speed, me daba un dolor de cabeza horrible, pero tampoco me disgustaba el plan, sobre todo si invitaba. Blanca y pobre navidad, sonaba bien.
Laura vuelve de fuera, y nos volvemos a besar. Me dice que le gusto, y recuerda lo increíble que le pareció el primer día que la besé. Ni siquiera recordaba que había sido yo. Por lo visto le caía mal en principio, pero no sé que demonios le dije que le hizo cambiar completamente de parecer. A saber, cualquier verdad bien mentida. Se le hace tarde, subimos y nos despedimos todos. Dark Cat y yo acompañamos a las chicas a coger el autobús, a una parada cercana. Mientras esperamos, hablo con Laura y una amiga suya a la que realmente no le caigo bien. Su amiga sonríe, punto, pero a mi no me engaña. El bus llega, y antes de subir me vuelve a besar. La cojo del culo y aprieto. Se sube al bus sin dejar de mirar para mí. Dark Cat me dice que se va a casa. Le deseo una feliz noche de falsedad.
Cuando vuelvo al Lucky, Wallace ya no está. En el tiempo que me lleva darme cuenta, otros habituales aparecen, y nos disponemos a dar un sonoro homenaje a la noche, aunque apenas nos juntemos cinco. Penúltima noche del año, puedes ir en paz."
Tom Grass. Últimos paseos en la ciudad del viento -Visiones y recortes de delirio y carne-Ed. White Sparrow 2012
Amén.
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