sábado, 14 de noviembre de 2009

Y por qué no...?

La noche había amainado al fin. Las nubes mostraban un rostro clemente tras horas inagotables de castigo. Parecía una vuelta de la lluvia primigenia. El taxi discurre por las arterias de la ciudad, impasible a mi estado. Sortea semáforos adivinando la combinación exacta, fruto de lo que supongo será la experiencia intrinseca a un viejo lobo de mar. La marea ha dejado de discurrir en vertical. Intento mantenerme todo lo despierto que puedo, no querría repetir una de las tantas escenas que se intentan encajar cual puzzle en mi memoria. Bajo. El humo se entrmezcla con el frío, pero pese a todo la chaqueta sigue sobrando. Siempre sobra. Siempre hay algo en un recóndito escondite en la memoria que hace alumbrar esa candela que deja de violar las heridas. Lástima que haya perdido la caja de cerillas. Hoy, tras meses, por no decir años, de intentonas, la puerta del bloque está abierta. Debería dormir, pero algo en mi fuero interno me dice lo que ya se adivina...

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